Te encuentras en medio de una calle transitada. Fumas un cigarrillo y vez a la gente pasar. Apresurados, distantes, cansados. El solo verlos te da lástima. Se desgastan por alcanzas un status, un sueño perdido. Piensas en los muertos y recapacitas. Ellos sí son un modelo a seguir. Tirados en la mierda y no se quejan, siendo consumidos por gusanos. Pudriéndose y la peste ni los inquieta. Se pierden la luz del día y están inmóviles. Tienen todo lo que necesitan.

En un cuarto, solitario, retorciéndote y rascando las paredes. Desesperación. Las sombras toman formas de pequeños individuos amistosos, que después se tornan en horrendas criaturas irregulares. Sudas, tu cerebro se exprime. Tus músculos se tensan. Calor o frío, tus sentidos se encuentran perdidos. Visuales, perdida de la percepción. Sencillamente lo que tu retorcido subconsciente proyecta.

Teniendo en cuenta que la raza humana es la única razón que te permite idealizar la mierda. Viendo el asco que te causa, es la inspiración que a alguien le provoca la creación del arte, a ti te provoca el vómito, la misma putrefacción.

Reinvéntate, rehúsate, pero nunca pierdas el sentido de autodestrucción, como autodeterminación. Tu único propósito es la misma humillación.
Siendo la burla.
Siendo la perdición.
Sin ningún sentido perdiendo completamente la razón.

Drawn yourself in a dream
You Hill never reach it
You are the shit in the world
All the pestilence
All the scum
All the loathing
Simple human understanding

Te encuentras en un bar, junto a una horda de hipócritas ricachones. Tú te encuentras solo, mientras que todos tienen compañía, tu única compañía son: tu imaginación y tu cerveza. El aburrimiento te asquea y la compañía te desespera. Continúas bebiendo y terminas un poco ebrio y empiezas a soltar tu imaginación. Sueñas despierto. Te encuentras con una chica hermosa, la cual te complace todas tus peticiones. La sometes, se drogan, fornican y lo disfrutas. Repentinamente abres los ojos y dos gorilas te han levantado de tu mesa y te dirigen hacia la salida. Toda la gente te mira extraño y con cara de repulsión, como si fueras un loco. Observas tus pantalones e identificas una mancha de semen. En la entrada el “capitán” te cobra y te corre a la calle argumentando que no se permiten locos que no controlan sus impulsos. Quizás tal fue el éxtasis que gritaste al venirte. Quizás nadie comprende que tu poca felicidad no se basa en la realidad.