Crabs el cerdo verrugoso VIII


El pequeño y desagraciado Crabs buscaba oportunidades de sacar dinero. Estaba harto de alimentarse de la mierda de los otros animales que encontraba en el corral. Antes se alimentaba de su propia mierda, cuando en esta encontraba restos no digeridos de comida. Crabs tirado en el piso muriendo de hambre, esperando un poco de empatía por parte de los demás animales solo obtenía carcajadas y orines de los animales pachecos que circulaban por el rumbo. Bañado en excreciones se le ocurrió iniciar la distribución de “café” en la granja. 
Anteriormente había divisado un granero donde otro granjero cultivaba su marihuana orgánica para sobrellevar su monótona y aburrida vida y a su frígida y obesa esposa.  Crabs comenzó a espiar al granjero cuando este entraba a su granero a vigilar su cultivo, para así Crabs identificar cuando sería la temporada de cosecha y poder entrar antes a remover unas cuantas colas. Así que una noche ante de la cosecha, Crabs entró sigilosamente y removió colas de la parte inferior de las exóticas plantas. 
Al día siguiente Crabs se dio a conocer entre los animales como el nuevo dealer. Tan solo en 3 días vendió todo lo que robó. Los animales de la granja estaban extasiados, estaban acostumbrados a la rama con semillas, no habían probado una cosecha “sinsemilla” que con solo una fumada los tiraba un par de horas. El éxito que tuvo el primer robo, hizo que planeara otro movimiento. Nuevamente se dio a la tarea de vigiar al granjero, pero esta ocasión pudo divisar que entre las plantas había  trampas mortales. Para la noche del hurto, ya había conseguido dos achichincles baratos, un par de ratas “monas” que se la pasaban pegados a pegamento y barniz de uñas, pero desde que el capataz de la granja despedazó a su esposa y la alimentó a los animales, estas sucias ratas ya no tenían de dónde obtener sus enervantes.  Por lo que por un par de “dime bags” (bolsitas de gramo) se inmiscuirían en el granjero y robarían las colas inferiores por Crabs. Solo que el pequeño culero y abusivo de Crabs no les advirtió de las trampas. El puerquillo felizmente observaba desde la ventana mientras se fumaba un pitillo, a las descerebradas ratas arrancar las colas y sortear las trampas. Cuando por fin salían con el botín, ambas cayeron en un trampa, que prensó sus patas hasta despedazar sus huesos, pero las ratas estaban tan colocadas que no sabían qué les impedía avanzar. Crabs se acercó, tomó las colas y con una pezuña movió violentamente la trampa, con lo que logró desgarrar más las extremidades de las ratas, hasta asegurarse de que estas se encontraran completamente impedidas de volver a caminar aún cuando las heridas sanaran.  Para finalizar Crabs estrechó pata-pesuña con las ratas (al estilo de los sucios y putrefactos políticos), soltó una jovial y alegre carcajada y prosiguió a defecar una terrible diarrea sobre las ratas. Estos roedores de cerebros secos no sobrevivirían la infección.
Al día siguiente Crabs logró vender las colas que había conseguido e incluso recibió depósitos anticipados, principalmente de mulas y mapaches erizos. Esa noche Crabs volvió al granero, pero se topó con que no había ni una sola planta, puras macetas pelonas.
Al otro día los animales esperaban sus dosis, pero Crabs se encontraba completamente seco, incluso más seco que la vagina de la esposa del granjero. Lo que hizo encolerizar a los animales y obligaron a que Crabs los llevara a su fuente de “café”. Al entrar al granjero y verlo completamente vacío, los animales empezaron a sobresaltarse, Crabs intentaba controlar a la marabunta, cuando de pronto entre los animales lo sujetaron y con un serrucho oxidad que estaba en el piso cortaron sus extremidades, el serrucho carecía de filo en los dientes, por lo que el proceso fue lento y gratificante para los animales. Crabs chillaba como marrano espantado sin cerrar el hocico, lo que aprovecharon los animales y con unas pinzas decidieron remover sus dientes, los animales intentaron hacerlo cuidadosamente porque temían que se ahogara con la sangre que brotaba de las encías. Y para finalizar decidieron empalarlo, y lo calvaron en una maceta.
Lo que no sabían los animales es que su granjero había comprado el cultivo y planeaba mezclarlo con manteca y añadirlo al alimento de los animales. Un animal pacheco es feliz. Y un animal feliz trabaja mejor, resulta más productivo y es más fácil de explotar.
Al día siguiente los animales, todos y cada uno de ellos erizos, se disponían a consumir su alimento. Una hora después los animales estaban hasta el dedo llorando de felicidad, pensaban que había sido una obra del espíritu de Crabs, y decidieron orar y agradecerle ciegamente desde ese día en adelante y modelaron una estatua que representaba a Crabs empalado sobre la maceta.