residencia entre cerdos uniformados.

Estas sentado en el piso, cerca de tu cama, con una botella de alcohol y unas pastillas. Tienes un revolver en la mano apuntando a tu cabeza. Reflexionas sobre lo que es la vida y la miseria que soportas a diario. Puedes ponerle fin, lo piensas. Pero mejor no. Mejor decides asomarte por la ventana y gastar las municiones en cerdos uniformados. Se aparecen tres, y en un abrir y cerrar de ojos tu mísero día se ha convertido en prosperidad. Tres cuerpos en la calle tirados y escupiendo sangre. La vida es una mierda, pero uno puede adornarla para que no sea tan roñosa o mezquina.