residencia matrimonial.

Estás sentado, quieto, luces pálido, tus ojos dilatados y un montón de gente desconocida te rodea, en algunos observas miradas de tristeza y en otros alegría. Un señor te avienta agua y empieza a dar un sermón. Te encuentras en un cuarto oscuro, solo. Todos te han olvidado, pero por alguna u otra razón estas contento, no lo entiendes. La luz se apaga y te encuentras en una sala de hospital sin piernas, piel ni brazos y te ponen precio. De lejos divisas a una mujer viéndote y riendo. Es tu esposa muy alegre, disfrutando tu muerte.